₊🐍¡ビタ 𝐰𝐢𝐬𝐡 𝐢 𝐜𝐨𝐮𝐥𝐝 𝐫𝐮𝐧 ! 𝘢𝘸𝘢𝘺ꜜ

₊🐍¡ビタ 𝐲𝐨𝐮 𝐬𝐚𝐢𝐝 𝐰𝐞'𝐝 𝐛𝐞 ! 𝘧𝘳𝘦𝘦ꜜ

⠀⠀⠀⠀fc ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀ park jamie, solista
⠀⠀⠀⠀nombre ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀ édith park
⠀⠀⠀⠀fecha de nacimiento ⠀⠀⠀ ⠀ 5 julio 1996
⠀⠀⠀⠀edad ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀23 años
⠀⠀⠀⠀trabajo⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀funcionaria
⠀⠀⠀⠀área ⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀ ⠀ jefa de módulo y de funcionarios
⠀⠀⠀⠀orientación sexual⠀⠀⠀⠀⠀⠀bisexual

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I. Jacqueline (su madre) estuvo muchos años de su vida acostándose con un hombre francés que estaba casado. Su hijo, -un asesino- al enterarse de que su padre estaba siéndole infiel a su mujer, mató a Jacqueline, la persona con la que le ponía los cuernos. Esta información solo la conoce el autor de los hechos, Gustave.

II. Pese a que la relación que Édith y Nine tuvieron fue sumamente tóxica, destacada por el maltrato psicológico que ella sufrió, el chico nunca llegó a hacerle daño físico. Aquel encuentro que tuvieron se produjo debido a que N tomó el control, por encima de Nine.

III. Los informes psicológicos que estudiaron a Édith cuando comenzó la adolescencia concluyeron -mediante análisis- que es una persona con superdotación intelectual. No había indicios de que hubiera sufrido negligencia infantil; por lo tanto, tampoco sospechas de que a lo largo de los años desarrollara síntomas de sociopatía.

IV. A pesar de no haber llegado a desarrollar adicción como tal a ningún tipo de droga, frecuenta el consumo y está a favor del mismo. Le dan igual las consecuencias que pueda traer, tanto para ella como para todo aquel a su alrededor que esté saliendo perjudicado.

V. Tiene cierto conflicto interno al intentar diferenciar lo que está bien de lo que está mal. Su naturaleza tampoco entiende de lenguaje asertivo, y no tiene tacto al decir las cosas. Cuando hace algo mal, no presenta remordimientos y su egoísmo siempre la va a inducir a posicionarse en el victimismo.

VI. En relación con lo anterior, sin embargo, Édith sabe perfectamente cómo tratar a la gente para engatusar cuando su objetivo es ese. Si sus intenciones están claras, le sale de manera automática aprovecharse del encanto que sabe que tiene, comportamiento que utiliza casi siempre. Normalmente finge ser una persona empática y sensible.

VII. Es muy narcisista, egocéntrica y habla con altivez. No le importa la opinión que el resto tenga sobre ella y solo vela por su bienestar y satisfacción.

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Hija de un matrimonio compuesto por una neurocirujana (Jacqueline) y el gestor financiero de L'Oréal (Joon), Édith nació y creció en París, Francia. Aparentemente, podría haber tenido la vida que todos desearían: dinero, casa, familia. Por desgracia, su infancia condicionó hasta el más mínimo detalle de su vida.

Cuando tenía ocho años, Édith se enteró de que su padre murió a causa de una enfermedad degenerativa. En la versión oficial este hombre se había suicidado; sin embargo, la realidad era que Joon había sido inducido por su mujer a inhalar dióxido de carbono hasta que se produjera su muerte. No era la primera vez que Jacqueline había intentado asesinar en otras circunstancias a su marido, pues durante los años de matrimonio, Joon había maltratado a su esposa constantemente. Édith, por su parte, había sido testigo de la mayor parte de las veces que su padre abusaba física y verbalmente de su madre, y fue precisamente por esa inexistente discreción de violencia el motivo por el cual Édith se dio cuenta de que su madre le había mentido, por primera vez. Pero esa no sería la última.

Incapaz de darse cuenta de que lo hacía para protegerla (intención que tuvo justo la consecuencia opuesta), comenzó a desarrollar rencor y rechazo hacia su madre, y a medida que pasaba el tiempo, la dejadez emocional fue cada vez más evidente. Édith llegaba a estar sola en su casa días completos bajo la premisa de que su madre tenía que trabajar esas 24h y, en realidad, no hacía más que abandonarla en casa para disfrutar de la compañía de todos los hombres con los que se acostaba, del alcohol, drogas y demás agravantes que propiciaron un claro descuido infantil, pues cuando incluso su madre estaba en su casa, no respondía a las necesidades afectivas de su hija, siendo estas ignoradas o incluso rechazadas.

Al contrario de cómo se esperaba, en el colegio no tuvo problemas a gran escala. Era una niña que aprendía más rápido que el resto de los alumnos (de hecho, el tiempo que pasaba sola en casa lo empleaba para saber de temas que luego tratarían en clase), poseía una gran imaginación, era creativa, prestaba atención a todas sus clases, tenía una capacidad de concentración digna de admirar… Para todos era una alumna perfecta. Sin embargo, el único obstáculo que se interpuso en su desarrollo académico fue lo poco que se relacionaba con sus compañeros. Édith prefería aislarse, encerrarse en sí misma e intensificar un pre-juicio de niña introvertida que la acompañó hasta el inicio de su adolescencia, cuando los especialistas dieron este inconveniente por solucionado.

Una vez Édith entró en el instituto, descubrió que podía darle un uso mucho más oscuro pero beneficioso a los recursos que adquirió para desenvolver sus habilidades sociales. Fue de esta manera cómo formó sus primeras amistades, las cuales persistieron en el tiempo con el único objetivo de seguir lucrándose de lo que la persona le aportaba. Cuando no lo hacía, esa unión era más que desechada. Édith pulió con la experiencia su capacidad de convencimiento, de engañar, mentir y de utilizar sus propias virtudes y encantos personales para persuadir a todo el que se le acercaba. De esta manera, la francesa encontró un punto de comodidad en sus relaciones sociales. Y así funcionaba su mundo, siempre que su impulsividad y fácil irritabilidad no ocuparan grandes papeles cuando perdía el control de la situación.

Sin embargo, Édith no tuvo en cuenta que habría cosas que se saldrían de sus improvisados planes. Cuando tenía dieciséis años conoció a Nine, un muchacho cinco años mayor que ella y, por consecuencia, cinco años de experiencia más que ella. Sin ser algo premeditado (al menos, por su lado), su relación avanzó tanto que llegaron a ser pareja durante tres años. Aquella fue una unión que perduró a causa de la dependencia que la francesa había desarrollado por el chico, siendo por parte de este un sentimiento completamente opuesto; ella era quien se encargaba de realizar parte de a lo que Nine se dedicaba dentro del mundo del crimen: tráfico de drogas y robos. No obstante, Édith, por el camino que estaba tomando su personalidad, no habría llegado jamás a obedecerle de ninguna manera, a no ser que –tal y como pasaba– el carácter del chico, en cierta parte, fuera el mismo que el suyo, pero con cinco años más de práctica. Y que la forma en la francesa trataba a todo el mundo, era la forma en la que Nine la trataba a ella. Si de cada uno de los vínculos que había tenido era ella la manipuladora, por primera vez estaría presenciándose a sí misma como la víctima. Por primera y única vez.

Édith cumplió la mayoría de edad y su libertad comenzó a peligrar. A través de factores externos, Jacqueline llegó a enterarse de que su hija delinquía a costa del beneficio de otro. No fue más que por un intento de recuperar la confianza de Édith que decidió hacer uso de todo el prestigio económico que poseía para unir todos los cabos sueltos que pudo y, de esta manera, liberar a su hija de una unión que solo la perjudicaba, consiguiendo que Nine entrara en prisión después de que una de las razones principales fuera la influencia que tuvo su madre (pero no la única). Tras esto y muy a su pesar, Édith se vio obligada por las circunstancias que la rodeaban, a cortar todo tipo de contacto con Nine. Las buenas intenciones que su madre tuvo al intentar protegerla de aquella relación tóxica se vieron enfrentadas con el complejo de sumisión que en Édith se había desenvuelto ante la presencia de Nine y, actuando como tal, el resentimiento que la francesa sentía por su madre se agudizó con creces.

Un año después, Jacqueline fue asesinada. El paradero del autor de los hechos era tan desconocido entonces como a día de hoy. Si bien la pelirroja no se había tomado como una desgracia la muerte de su madre, sumida en la existencia de Nine (que, para ella, su compañía era lo único que necesitaba) cometió el error de interpretar aquello como una señal para que se reencontraran. La dependencia emocional que la vinculaba al chico no la dejaba buscar más que excusas que no tenían nada que ver para estar con él de nuevo. Y, siguiendo lo que ella creía correcto, a los veinte comenzó a trabajar en la prisión en la que Nine residía. Esta decisión derivó a un error de la misma dimensión que el motivo que la instó a cometerlo, pues cuando después casi dos años se reunieron, Édith se tropezó con un Nine irreconocible que pasó de maltratarla psicológicamente a dañarla a nivel físico.

Después de que esto sucediera, Édith se planteaba abandonar su país natal. Allí no tenía a nadie, se había quedado sola, sin familia, lo más parecido a un hermano que tenía era Théodore, un vecino que había sido su amigo de la infancia. Él era un empresario con mucha reputación en su terreno, por motivos de trabajo se trasladó a Corea del Sur para continuar con el éxito de su negocio, y Édith no dudó en mudarse con su compañía a dicho lugar, donde no tuvo grandes problemas con el idioma, ya que su padre era coreano y hasta su fallecimiento le había enseñado cierta parte de esa lengua. Del resto ya se encargó ella, la facilidad que tenía para aprender era fascinante.

Pese a poder haber seguido estudiando para cambiar de oficio y dejar atrás al completo su vida en Europa, decidió continuar con el trabajo que ya había obtenido. Al fin y al cabo la personalidad de Édith no había cambiado; adquirió más consistencia, las bases de sus relaciones sociales seguían siendo las mismas con todo el mundo desde que era una adolescente, y los presos no eran ninguna excepción. Claro estaba que su puesto requería una considerable simpatía, pero esto no era algo que discernía de su contacto con el resto de la sociedad. Tanto presos como compañeros, la primera impresión que tenían de la francesa era solo positiva, y formaban un concepto de ella conservando esto como cimiento. Pasó por tres cárceles distintas, en dos de las cuales adquirió el puesto de jefa de funcionarios y de módulo. Siniy es el cuarto centro penitenciario en el que ha trabajado, donde adoptó el mismo cargo que anteriormente: la gobernanta.

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Édith es bastante gilipollas.